lunes, 30 de noviembre de 2009



Y SE SUPONE QUE TE TENGO QUE DEJAR
IR ?







ASÍ, TAN FÁCIL ?

jueves, 19 de noviembre de 2009

¿Jóvenes rebeldes?


El otro día me puse a pensar en la juventud actual, a la cual pertenezco, esa que, como toda las generaciones en su debido tiempo, se cree dueña del mundo y la verdad, pero he aquí un pequeño detalle en ella: ¿En dónde quedaron esos jóvenes rebeldes, con las cabezas llenas de ideas de igualdad, en donde quedó el poder desenfrenado de la juventud? ¿Qué estamos haciendo que no estamos pintando leyendas en las calles, ayudando a los carenciados, haciendo pancartas para una marcha, participando democráticamente? ¿En donde quedaron esas fuerzas impulsadas por hormonas hiperactivas de tiempos anteriores? ¿Será acaso que se perdieron en la comodidad de nuestras casas, justo al lado de la computadora con la pantalla que va y viene del MSN al Facebook? Ser joven se es una, y sólo una vez en la vida, de lo que hagamos ahora dependerá nuestros futuros. Sino, cuando seamos viejos y con barrigas sobresaliendo, ¿de qué locura se supone que les hablaremos a nuestros hijos?

Miedos varios

Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.

Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.

Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.

Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.

La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.

Los civiles tienen miedo a los militares, y los militares tienen miedo a la falta de armas y las armas tienen miedo a la falta de guerras.

Es el tiempo del miedo.

Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.

Miedo a los ladrones, miedo a la policía

Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.

Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir.


Eduardo Galeano